jueves, 20 de enero de 2011

Otoño y Australia


Nuestras ciudades se llamaban Otoño y Australia. Las creamos en una hora libre entre clases, con la arena del ciclo formativo de jardinería.

Otoño tenía una casa enorme circular, donde vivían todos sus habitantes. La planta baja estaba un poco por debajo del nivel del suelo, para aislarlo del característico calor de su clima y entrabas por un gran pasadizo. Sus ventanas eran circulares y contaba con numerosos pisos. En lo alto de la casa había una escultura con forma de hoja. También había un establo con caballos y un huerto enorme.

Australia también contaba con una casa circular para todos y un establo, pero este estaba cubierto. Habían placas solares, pero los habitantes de Otoño sabían que únicamente era para disimular la enorme central nuclear que estaban a punto de construir.

Australia y Otoño crecieron en cuestión de minutos a nuestro deseo, mientras discutíamos sobre las ventajas y desventajas de cada una de las ciudades, pero nosotros estábamos seguros de que en el pequeño mundo de los australianos y otoñenses habían pasado siglos, o de eso nos intentamos convencer cuando nos obligaron a destruirlo y dejar todo donde estaba.

¿En qué estaríamos pensando? Debió ser un lapsus a la infancia, tal vez dejamos de preocuparnos en procurar ser maduros, en que el viento despeinara nuestro flequillo o qué dirían de nosotros en el instituto, durante unos minutos. Tal vez todos deberíamos tener esos lapsus de vez en cuando. Es realmente agradable.


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